Cuidando la conducta alimentaria

Hay que acudir a un profesional al más mínimo síntoma de alteración de conducta alimentaria

Isabel Rejano

11/2/20233 min read

Los trastornos de la conducta alimentaria son trastornos psíquicos que atañen tanto a la salud física como a la salud mental de los afectados. Estas alteraciones graves de los comportamientos alimentarios son patologías severas y, a veces, ocultas que, si no se tratan adecuadamente, pueden causar en un futuro importantes repercusiones negativas a esas personas e incluso la muerte.

Los trastornos más comunes son:

1. Anorexia nerviosa: Este trastorno se caracteriza por un miedo irracional a aumentar de peso y una percepción distorsionada del propio cuerpo. Las personas con anorexia suelen restringir drásticamente su ingesta de alimentos y realizar ejercicio de forma excesiva, con el objetivo de mantener un peso corporal muy por debajo del considerado saludable. La anorexia puede causar problemas diversos, como daño cardíaco, osteoporosis, problemas digestivos y reproductivos, así como alteraciones psicológicas, como son la ansiedad o la depresión.

2. Bulimia nerviosa: Este trastorno se significa por episodios de ingesta compulsiva de grandes cantidades de alimentos (atracones), seguidos de comportamientos de purga, como el vómito autoinducido, el uso de laxantes o el ejercicio excesivo para evitar el aumento de peso. Las personas con bulimia pueden experimentar fluctuaciones de peso, problemas dentales, desequilibrios electrolíticos, así como ansiedad y depresión.

3. Trastorno por atracón: Similar a la bulimia en cuanto a los episodios de ingestas compulsivas, pero sin los comportamientos de purga posteriores. Suele estar asociado a la obesidad y puede causar problemas de salud como la diabetes tipo II, enfermedades del corazón y también baja autoestima y depresión.

Algunos otros trastornos, menos comunes, son:

1. Trastorno por evitación o restricción de la ingesta de alimentos: Esta condición implica la restricción de la ingesta de alimentos a un número limitado de comidas o de cantidad ingerida y la evitación de ciertos alimentos o grupos de alimentos. A menudo es común en niños y puede resultar en déficits nutricionales y problemas de desarrollo.

2. Trastorno de rumiación: Este trastorno implica la regurgitación repetida de los alimentos después de comer, sin causas médicas que lo provoquen. Los alimentos regurgitados pueden ser masticados nuevamente o eliminarse. Puede provocar pérdida de peso o deficiencias nutricionales.

3. Pica: Este trastorno implica la ingesta persistente de sustancias no alimenticias, como tierra, jabón o hielo, durante al menos un mes. Esta ingesta no es parte de prácticas culturales aceptadas y puede causar complicaciones médicas, como intoxicaciones o infecciones parasitarias.

4. Síndrome de alimentación nocturna: Este síndrome se caracteriza por una ingesta excesiva de alimentos durante la noche, con una percepción de falta de control sobre estos episodios de ingesta nocturna. A menudo se asocia con problemas de sueño.

5. Ortorexia: Aunque no está oficialmente clasificada como un trastorno alimentario en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5), la ortorexia se refiere a la obsesión malsana por comer alimentos considerados saludables. Eso puede conllevar una dieta restrictiva, pérdida de peso y ansiedad intensa en torno a los alimentos y a su preparación.

Las causas de los trastornos alimentarios pueden ser variadas y abarcan factores genéticos, biológicos, psicológicos y sociales. La presión sociocultural por tener un físico ideal, traumas, cambios vitales o la presencia de otros trastornos como la depresión o la ansiedad pueden aumentar el riesgo de desarrollar un trastorno alimentario.

Su tratamiento Por lo general involucrará a un equipo de profesionales de la salud, incluyendo médicos, nutricionistas y psicólogos. Se puede tratar con terapia cognitivo-conductual, terapia familiar, nutrición terapéutica y, en algunos casos, medicamentos. La terapia cognitivo-conductual se ha mostrado eficaz para cambiar las creencias y comportamientos dañinos relacionados con la alimentación, mientras que la terapia familiar puede ser especialmente útil en adolescentes, puesto que la familia juega un papel fundamental en su recuperación. Además, se puede utilizar la nutrición terapéutica para reeducar al individuo en una correcta alimentación.

La prevención de los trastornos alimentarios se suele centrar en mantener una relación saludable con la comida. Esto implica aprender a comer en respuesta a las señales de hambre y saciedad, en lugar de responder a emociones o factores circunstanciales. Estrategias importantes para disminuir la incidencia de estos trastornos son: mantener una imagen corporal positiva, promover una cultura de aceptación y respeto, desarrollar hábitos alimenticios saludables y educar sobre los riesgos de los trastornos de la conducta alimentaria. El aumento de la concienciación y la comprensión de estos trastornos es fundamental para facilitar la detección temprana y prevenir su aparición.

Es muy importante que el tratamiento esté dirigido por profesionales de la salud física y mental especializados y cualificados para ello. No hay que dejarse llevar por cantos de sirena; recurrir a personas no cualificadas puede causar daños indeseables y, a veces, irreparables.

Isabel Rejano

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