¿Conoces algún líder tóxico?
Es habitual que las personas más perversas lleguen a los puestos de mando más altos
Isabel Rejano
2/20/20243 min read


Todos tenemos en mente algún líder político, social o empresarial del que sospechamos que puede haber llegado a su posición mediante comportamientos tóxicos, afectando negativamente a la vida de las personas y de las organizaciones que dirigen.
El poder de una líder influye en todo su entorno, habiendo una diferencia sustancial entre usarlo bien o mal. Algunos líderes pueden recurrir a tácticas manipuladoras o coercitivas para mantener o aumentar su poder, mediante la intimidación, la humillación, la explotación y/o el abuso psicológico. El comportamiento tóxico de un líder puede manifestarse mediante comportamientos autoritarios, controladores, manipuladores, egoístas y carentes de empatía. También estos líderes pueden ser insensibles a las necesidades y sentimientos de las personas sobre las que ostentan el poder. Este tipo de comportamiento puede tener un impacto negativo en el bienestar de los afectados por el mismo y puede contribuir a un ambiente de trabajo o social tóxico, manifestado mediante una disminución de la moral y la productividad y/o un aumento del estrés. Además, puede dañar la reputación de la organización y dificultar su capacidad para atraer y retener a los mejores talentos.
Estos líderes tóxicos suelen estar caracterizados por su narcisismo, manifestado por un sentido desmesurado de su propia importancia y una necesidad excesiva de atención y admiración. Dicho llanamente, estas personas creen que el mundo gira a su alrededor. También suelen manifestar su autoritarismo, siendo personas controladoras y manipuladoras, sin importarles usar tácticas de miedo e intimidación para controlar a los demás. Además, suelen denotar falta de empatía y es frecuente que exploten a sus subalternos para su propio beneficio.
Existen varias estrategias que pueden ayudar a fomentar un liderazgo saludable y sólido. Los programas de formación en liderazgo pueden ayudar a los líderes a desarrollar habilidades de mando efectivas y a entender la importancia de una dirección ética y respetuosa con el prójimo. Los líderes deben hacerse responsables de sus acciones y esto puede lograrse a través de políticas y procedimientos que promuevan la transparencia y la rendición de cuentas. Las organizaciones deben incentivar el cuidado de la salud mental de sus miembros y proporcionar recursos para ayudar a esos individuos a manejar el estrés y otras cuestiones que afecten a su equilibrio mental. Un ambiente de trabajo positivo también puede ayudar a prevenir los comportamientos tóxicos y esto se puede hacer mediante el fomento de la colaboración, el respeto mutuo y la comunicación abierta.
Es importante que las organizaciones tomen medidas para prevenir y abordar el comportamiento tóxico en el liderazgo, para garantizar un ambiente de trabajo saludable y productivo. Esto no sólo beneficia a los individuos y a la organización entera, sino que también tiene un impacto positivo sobre la sociedad en general. Un liderazgo óptimo puede contribuir a una sociedad más justa y equitativa, donde todos tienen la oportunidad de prosperar en igualdad de condiciones.
El problema surge por la dificultad para desalojar a una persona tóxica del poder, es un tema delicado y complejo. En política, en un sistema democrático, la rendición de cuentas, la transparencia y el estado de derecho son fundamentales. Los mecanismos de control y equilibrio que deberían existir y funcionar podrían ayudar a evitar el abuso de poder. En el ámbito empresarial, una junta directiva efectiva puede tomar medidas para reemplazar a un líder tóxico, a no ser que tenga el control de la propiedad de la empresa. Sin embargo, cada situación es única y hay que adaptarse a ella. En general se puede intentar solucionar el problema creando conciencia del mismo en la organización, fomentando la comunicación abierta dentro de ese ente e incluso habilitando formas de comunicación anónima o utilizando defensores de los miembros, tanto externos como internos. También, aplicando políticas de comportamiento claras y estables, formando constantemente a los miembros en estos temas e instituyendo un sistema disciplinario que prevenga y corrija estas situaciones.
Isabel Rejano